Hablar en público sin morir de nervios

Lo que aprendí acompañando a cientos de speakers: 3 consejos que no deberías obviar

Más del 75% de la población mundial sufre al hablar en público. Sudoración excesiva, boca seca, temblor de voz… ¿Te resulta familiar?

Más allá de los consejos clásicos que solemos encontrar sobre cómo canalizar los nervios – respiración diafragmática, shaking o imaginarnos a todos desnudos – hay aspectos que debemos tener en cuenta mucho antes de que llegue el día de subirnos a un escenario.

Porque para dar una buena presentación se necesita mucho más que ser extrovertido o tener tablas.

1. Sé auténtico

¿Te sientes cómodo con tu texto? Hay una gran diferencia entre escribir tu propio guión o que te lo entreguen hecho. En ambos casos, lo importante es que te lo hagas tuyo. Solo así las palabras fluirán de forma natural, sin necesidad de recitarlas de memoria.

Si escribes expresiones que no forman parte de tu lenguaje habitual, o utilizas un vocabulario demasiado formal o literario, lo más probable es que te sientas incómodo a la hora de dar tu charla. Y los nervios se apoderen de ti.

Se trata de comunicar desde tu esencia por lo que no debería sentirse muy diferente a como hablas en tu día a día.

2. Practica, por favor

Improvisar no es una buena estrategia si la charla es importante. He visto a muchas personas con gran seguridad en sí mismas que sabían exactamente lo que querían contar… pero ni escribieron su guión, ni lo ensayaron.

¿El resultado? Muy por debajo de su potencial.

Igual que un buen bailarín le dedica horas al ensayo de su coreografía, un orador debería hacer lo mismo. La audiencia lo nota enseguida si no te lo preparas: hablarás en círculos, dejarás frases a medias, terminarás antes de tiempo o te alargarás sin rumbo para “rellenar”.

Una experiencia frustrante para quien escucha… y una oportunidad desaprovechada para quien habla.

3. No te creas tan importante

Ya sea una charla TED, una presentación para un cliente o una presentación de tu proyecto, recuerda algo fundamental: somos personas hablando a personas.

Cuando hablamos de tú a tú, desde un lugar humano, generamos una mayor conexión con nuestros oyentes. Suelta ya la presión de tener que impresionar o de dar la charla perfecta. Tus oyentes probablemente no tengan expectativas tan altas sobre ti.

Cuando soltamos todas las exigencias es cuando empezamos a disfrutar. Y, paradójicamente, es cuando mejor lo hacemos.


En definitiva, el proceso de calmar los nervios empieza desde el momento en que empezamos a escribir nuestro guión.

Quizás no harás desaparecer los nervios, pero harás que se transformen y se conviertan en entusiasmo, en adrenalina bien canalizada. Y esto, creedme que puede llegar a ser adictivo.

¿Te toca hablar pronto ante una audiencia?

Si necesitas preparar una charla y quieres sentirte más seguro… escríbeme. Me encantará ayudarte a construir tu mensaje y disfrutar del proceso.

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